La pandemia estuvo a punto de acabar con el ritual de ver el cine en los teatros. La posibilidad de acceder a casi todas las películas desde la comodidad de nuestras casas –y los costos de las entradas y de lo que se consume– ha hecho que el regreso, para muchos, haya sido lento e indeciso. Casi sin que lo notáramos, las razones para ir al cine cambiaron. De repente descubrimos que lo que por mucho tiempo habíamos estado haciendo era ver televisión en pantallas gigantes. Ahora solo un verdadero espectáculo visual, un banquete de séptimo arte, justifica regresar a la caverna.
El corazón en las tinieblas
El corazón en las tinieblas
El corazón en las tinieblas
La pandemia estuvo a punto de acabar con el ritual de ver el cine en los teatros. La posibilidad de acceder a casi todas las películas desde la comodidad de nuestras casas –y los costos de las entradas y de lo que se consume– ha hecho que el regreso, para muchos, haya sido lento e indeciso. Casi sin que lo notáramos, las razones para ir al cine cambiaron. De repente descubrimos que lo que por mucho tiempo habíamos estado haciendo era ver televisión en pantallas gigantes. Ahora solo un verdadero espectáculo visual, un banquete de séptimo arte, justifica regresar a la caverna.